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Reunió a sacerdotes y levitas y les dijo:

— Recorran las ciudades de Judá y recauden dinero de todo Israel para reparar todos los años el Templo de su Dios. Y dense prisa.

Pero los levitas no se dieron prisa. Entonces el rey llamó al sumo sacerdote Joyadá y le dijo:

— ¿Por qué no te has preocupado de que los levitas cobrasen a Judá y a Jerusalén el tributo impuesto por Moisés, el siervo del Señor, y la asamblea de Israel con destino a la Tienda del testimonio? Porque la perversa Atalía y sus secuaces han destrozado el Templo de Dios y han dedicado a los baales todos los objetos consagrados del Templo.

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